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Conocimiento para tu Crecimiento

Lo importante no es el Conocimiento,

sino lo que quieras hacer con él

Experimentar, despertar, servir, compartir, amar, agradecer y evolucionar

Hasta hace unos pocos años cada vez que vivía una situación desagradable (y eran muchas y continuas) siempre acababa preguntándome "¿por qué me pasa esto a mí? ¿Qué he hecho yo para merecer esto?". Es la típica pregunta que te haces cuando crees que los responsables de tus desgracias son o la mala suerte o los demás. Eres el pupas, la víctima. Es también la típica pregunta que te haces cuando te falta información, conocimiento, crecimiento y desarrollo personal, y por desgracia, en el mundo en que vivimos, hay mucha gente que todavía se pregunta lo mismo que yo me preguntaba hace unos años.

Pero, claro... llega un momento en que tocas fondo. Carl Gustav Jung decía que o bien aprendes por discernimiento o lo haces por sufrimiento. ¡Qué simpático el gran Jung! A mí me tocó experimentar la segunda opción.

 

He de decir que me encanta Jung. Tiene unas frases que, por lo menos en mi caso, te hacen sentir el mismo efecto que cuando alguien te da una colleja, y a la vez te suelta eso de "¡niño, espabila de una vez, que la vida son cuatro días y tú ya has vivido dos!".

Los que hemos pasado los 40 hemos oído muchas veces eso de "la crisis de los 40". Es como una sentencia. Es como si antes de cumplirlos tuvieras que prepararte para una gran hecatombe. Esa catástrofe en la que todo cambia porque toca ser infeliz, casi como por decreto, porque si no pasas por ahí, no eres normal. Eres el rarito.

 

En la crisis de los 40 es obligatorio verte en la rutina del día a día. Estás hasta las narices de tu jefe. Te separas o te divorcias. Te miras al espejo y ya no eres el o la de antes. Tus padres se han hecho mayores. Tienes hijos y no llegas a fin de mes o bien te has plantado en esa edad y no has podido procrear. En fin... lo más parecido a morirte a los 40, y esperar a ser enterrado a los 80.

 

Cuando llegué a los 40 toqué fondo. Por experiencia sé lo que es vivir en el miedo, provocado por una mente llena de creencias limitantes. He experimentado la pobreza tanto mental por pensamientos de escasez como física debido al efecto que producían esos pensamientos. He experimentado la soledad que provoca el orgullo desmedido por un ego que te hace creer que lo sabes todo cuando en realidad no sabes nada. He experimentado la ira por ser denunciado falsamente por un delito que jamás cometí, condenado con el pago de ciertas multas, y a punto de pisar la cárcel, por el mero hecho de no hacerme valer como persona. Sé lo que es el rechazo provocado por una baja autoestima, y también sé lo que es sentir la humillación de volver a casa de tus padres a esa edad, completamente arruinado y endeudado, y sé lo que es pasar vergüenza por tener que vivir de la pensión de tu padre. Sé lo que es la culpa y soportar el juicio de familiares que te señalan con el dedo, quizá acordándose de que una vez fui soberbio, y por ello se creen con el derecho de pasarte factura. Sé lo que es el pánico y la desesperación de estar atravesando un larguísimo túnel sin saber cuándo vas a ver la luz en su final, mientras toxificas tu cerebro viendo las "menticias" de los "terrodiarios" todos los días. Sé lo que es todo eso por pensar que los culpables de mis desgracias eran los demás. Hasta que una noche de esas en la que te hartas de estar harto de no poder dormir te dices "ya no me puede pasar nada más, porque si he tocado fondo y estoy en el suelo de ese fondo no puedo volverme a caer otra vez". Entonces, te duermes. Sin más.

 

Hoy sé que ese pensamiento fue mi salvación. Fue el cambio que hizo que la persona que escribe esta presentación no tenga que ver nada en absoluto con la persona que tocó fondo. Lo entendí años más tarde. Desde la física cuántica Jean Pierre Garnier Malet lo interpretaría como el contacto con tu doble cuántico en fase REM, y desde Un Curso de Milagros se interpretaría como entregarle la situación al Espíritu Santo. En cualquier caso, ese cambio de chip hizo que el Universo pusiese en mis manos el libro EL SECRETO de Rhonda Byrne. Un libro que si no se comprende al principio como me pasó a mí, puede provocar mucha confusión, pero que cuando lo entiendes a la perfección, también te das cuenta de que está incompleto. No obstante fue el principio de algo muy grande. Fue el paso que, si bien no me llevó a la meta, me sacó de donde estaba.

 

A partir de ahí empecé a interesarme por algo que mi gran y maleducado ego hasta ese entonces había desechado de manera soberbia, por pensar que nunca me haría falta: los libros de "autoayuda". -¿Ayuda yo? ¡Sí hombre! ¡Ja! ¡Yo estoy bien! Son los demás los que no miran por dónde van-. Autoayuda. Qué poco me gusta ese término. Yo los hubiera llamado "libros de autoconocimiento", y quizá entonces mi innata curiosidad, es posible que se hubiera interesado antes por ellos. 

Todo pasa por algo. Lo entendí más tarde. Tan sólo tienes que aprender a ver las señales que te envía el Universo. Pero por el principio de causa-efecto, cuando cambias el foco, cambia también el resultado. Se te abren otros caminos. Ese último pensamiento aquella noche antes de dormirme fue la causa. El libro, su efecto, y a la vez causa de que empezase a expresarme de manera muy diferente. Su efecto, situaciones y gente nueva. A veces me sorprendía a mí mismo hablando con expresiones que al principio ni yo mismo entendía, expresiones tales como "Tienes que fluir" o "Cambia la vibración". Sin embargo, poco a poco empezaban a cobrar sentido.

En esa época estaba en casi 120 kgs de peso. Se cruzó en mi vida una empresa de productos nutricionales y comencé a distribuirlos. Mi experiencia en ella fue más bien agridulce, ya que si por un lado las formaciones eran increíbles, el negocio, por otro lado fallaba, así que años más tarde decidí quedarme como consumidor de sus productos (conseguí rebajar más de 30 kgs), y poner en práctica el conocimiento que había adquirido en sus formaciones.

Ese coaching mental me llevó a querer más. Me convertí en un auténtico yonki de las formaciones en diversos blogs, audios de ivoox o canales de YouTube. Mi situación económica no me permitía asistir a cursos, pero sí podía comprarme ciertos libros y, sobre todo, lo que sí que hice fue empaparme a través de la red de todo ese conocimiento que nunca se enseña en colegios o universidades, y que si fuese así, nos evitaría muchos de los sufrimientos de los que adolece la humanidad. Pero, claro, recordemos que es obligatorio pasar por la crisis de los 40 y es más interesante para ciertas élites que la humanidad siga dormida. 

 

Gracias a todas esas formaciones entendí que la mente es como un ordenador, lleno de archivos y que las creencias limitantes no son más que virus troyanos que te autosabotean constantemente en los resultados de tus deseos; y decidí tomarme el tiempo para identificarlos. Gracias a esas formaciones comprendí que somos nosotros los que creamos nuestra realidad a través de esos pensamientos; y decidí enfocarme en lo que deseaba. Gracias a ello comprendí que para recibir, tienes primero que dar, ya que el principio del ritmo acaba compensándote lo que lanzas, y que la riqueza o la pobreza en realidad son estados mentales y que el dinero en sí, siendo neutro, no es más que un resultado de ese estado mental; y decidí empoderarme y aprender de qué manera podía gestionarme mejor. Por ello empecé a poder costearme diversas formaciones. Gracias a ello comprendí que mi estado de salud, tiene más que ver con un estado de paz interior, que no con el hecho de que haya más o menos virus en determinadas épocas del año; y empecé a meditar. Gracias a ello entendí que los fracasos no existen, sino que son resultados de cómo no se tiene que hacer una cosa para obtener el resultado deseado; y probé de diferentes maneras. Gracias a ello entendí que los que juzgan lo hacen desde su realidad creada a partir de sus "troyanos", y que no tiene por qué ser la tuya; y dejé de comparar. Gracias a ello entendí la desesperación de quien años atrás me calumnió; y aprendí a perdonar, y a perdonarme a mí mismo por desearle todo el mal de este mundo. Gracias a ello entendí que el mundo está polarizado y que si había vivido mis primeros 40 años desde el temor, podía buscar la polaridad de ese temor, y decidir vibrar en el amor el resto de mi vida; y empecé a agradecer, a servir, a compartir, a amar, a evolucionar...

En definitiva, gracias a ello entendí, que la crisis de los 40, en realidad, no es más que la OPORTUNIDAD DE LOS 40, y que se abría ante mí un mundo lleno de posibilidades para, con mi experiencia, poder disfrutar del resto de mi vida en todos los sentidos. Al fin y al cabo, si yo había creado mis primeros 40 años inconscientemente, ahora podía crear los siguientes siendo consciente de ello,  ya que si estamos en este mundo no es más que para EXPERIMENTAR LO QUE NO SOMOS, PARA DARNOS CUENTA DE QUIÉNES SOMOS REALMENTE.

Y fue entonces, y sólo entonces, cuando la magia vino a mi vida por primera vez, para quedarse para siempre...   

Joaquín Portillo Conde

Marzo de 2018

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